miércoles, 21 de enero de 2009

En algunos momentos no hay que ilusionarse. Cuando una alegría llega, debemos ponernos bien, pero no sobrepasarnos en emociones. ¿Por que digo esto? Porque si finalmente las cosas no salen como uno esperaba o deseaba, esas intenciones y espectativas se transforman en algo efímero, pasajero, que finalmente quedan sin sentido alguno, mas que un silencio que no comprendemos o una tristeza que no esperabamos, solo por el simple hecho de estar espectantes al momento de que las cosas pasen, antes de lo que deberiamos. Como siempre, un paso mas adelantados de lo que nos corresponde.

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